Así perjudicas al motor conduciendo a bajas revoluciones. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram ingresa al siguiente enlace. Conducir es mucho más que pisar el acelerador o el freno, reducir o aumentar marchas y tener buenos reflejos que midan nuestra capacidad en carretera.
Esto lo decimos por otros varios factores que tenemos que procurar, y entre ellos se encuentra nuestra manera de conducir y de qué forma le permitimos funcionar al motor. En este caso, hablamos de hacerlo a bajas revoluciones y de cómo esto puede perjudicar al propulsor.
Las bajas revoluciones no son para todo el mundo
Nos lo han repetido en muchas ocasiones, pero ahora cobra todo el sentido del mundo: hay que acostumbrarse a una conducción eficiente para ahorrar combustible. Frenar de manera paulatina, evitar los acelerones bruscos, llevar la presión adecuada en los neumáticos, circular a no más de 110 km/h y, como una de las normas estrella, conducir en buenas marchas.
Esto quiere decir que circular siempre con marchas largas y no dejar que el motor se revolucione puede provocar averías en la mecánica de nuestro coche. El coche tenderá a ahogarse y podrá sufrir averías en la junta de la culata, en la válvula EGR, en los cilindros, el turbo…
Sí, lo sabemos; cada motor es mundo, pero cada conductor y cada escenario también. Por este motivo las recomendaciones de hacer trabajar el motor al mínimo de revoluciones posible deben ser aplicadas no sólo conociendo muy bien nuestro motor, sino conociendo el terreno por el que circulamos. Usar la marcha más larga posible sólo es recomendable para momentos de muy baja carga de motor, llaneando o aprovechando una pendiente favorable. De todas formas, esto también puede hacer porque la mecánica sufra más de la cuenta…
La mecánica de tu coche sufrirá más de la cuenta
Por lo tanto, y como algo que más que bien recomiendan los expertos, para mantener la buena salud del coche y un consumo ajustado de combustible hay que circular en torno a las 1.500 revoluciones, nunca por debajo, en los motores de gasolina y entre las 1.300 en los motores diésel. Estas cifras deberán ser las que utilicemos de guía durante la conducción cotidiana.
Así, forzar a un motor a trabajar a muy bajas vueltas tiene como principal problema la generación de esfuerzos internos y vibraciones que tarde o temprano se transforman en averías, situaciones de estrés para el motor suelen además mostrar evidencias claras como vibraciones muy acusadas.
Pero también falta de potencia o exceso de humo, pues el motor está intentando afrontar un esfuerzo en su peor zona de trabajo. También, y como algo propio, es que en los coches diésel más modernos será habitual la aparición de averías en los sistemas anticontaminación.
Aprovecha algunas situaciones para revolucionar el motor
Es entonces que, como decimos, no conviene circular con el motor poco revolucionado de forma habitual, especialmente en los motores diésel, más propensos a generar mayor suciedad en la combustión. Por eso, debemos aprovechar algunas circunstancias para revolucionar el coche de forma puntual, lo que nos servirá también para eliminar el exceso de carbonilla:
- En autopista o autovía. Si circulamos habitualmente por ciudad, conviene de vez en cuando hacer un recorrido de 15 o 20 minutos con el coche revolucionado en carretera. No hace falta quemar rueda ni hacer carreras, pero sí exigir un poco más al motor para que la suciedad no acabe con él.
- Adelantamientos. Bajando una marcha y subiendo el cuentarrevoluciones, adelantaremos más rápido (y con más seguridad) y, de paso, limpiaremos el motor.
- Subiendo o bajando una pendiente pronunciada. Si en una pendiente el coche es incapaz de mantener la velocidad por mucho que llevemos el pedal en el suelo, no queda más remedio que reducir y subirlo de revoluciones. Evitaremos ahogar el motor y servirá para regenerar el filtro antipartículas.