Himno al Deporte Letra. Letra y música completa del Himno al Deporte Ecuatoriano escrito por Juan Pablo Muñoz. Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram ingresa al siguiente enlace.
Índice
1.0 Letra del Himno al Deporte.
2.0 Reseña interactiva.
Letra del Himno al Deporte
Compartimos con ustedes la letra y música del Himno al deporte de Ecuador, utilizado frecuentemente en inauguraciones de olimpiadas y jornadas deportivas escolares.
Letra del himno al Deporte Ecuatoriano:
Autor de la letra y música: Juan Pablo Muñoz, anterior Director de la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Nacional de Música (1898-1964)
Coro
Del deporte amemos
las nobles virtudes,
que dan a las almas
y al ego un sentido.
Elevándonos sobre
todo lo vivido,
mejora el alma
de las multitudes.
Un tambor sonoro
es la arena brillante,
donde va marcando
su ritmo el atleta.
Brújula de oro
nos guía a la meta,
el ideal y el alma
nos grita adelante,
adelante, adelante.
Reseña interactiva:
A sus cortos 13 años desea entrar en el Noviciado jesuita. No lo consideran apto en un primer momento, pero a su insistencia los padres formadores le mandan a estudiar unos textos en latín. Al poco tiempo volvió y con gran destreza supo decirlos de memoria y responder las preguntas que le hicieron. En 1917, Pablo ingresa al Noviciado y en 1920 pronuncia sus primeros votos. Estudia humanidades y filosofía en Cotocollao. Hizo sus estudios teológicos en la Universidad Gregoriana, Roma. El 25 de julio de 1933 fue ordenado sacerdote en la Iglesia de San Ignacio.
Su carrera académica en Europa fue brillante (1934-1948). Su tesis doctoral – sobre la psicología de la conversión según San Agustín-, en presencia de connotados teólogos y del P. General de la Compañía, Wlodimir Ledochowski, fue aclamada. En medio de la II Guerra Mundial, su prestigio como intelectual fue en ascenso. En 1948 volvió a su patria, en calidad de Viceprovincial, hasta 1955.
De vuelta a Roma, recibió la gran responsabilidad de ser Rector de la Gregoriana, el primer latinoamericano en dirigir aquel importante centro de estudios. Después del Concilio, Pablo Muñoz comenzó su fructífera labor pastoral en Quito, como Arzobispo y Cardenal. Su sencillez y modestia eran proverbiales, pese a su extraordinario intelecto y su noble corazón. Como buen hijo de San Ignacio, Monseñor Muñoz concilió los extremos con su sincera humildad.