Leyenda del Padre Almeida – Resumen corto – Si tienes alguna inquietud recuerda contactarnos a través de nuestras redes sociales, o regístrate y déjanos un comentario en esta página. También puedes participar en el WhatsApp. Si usas Telegram ingresa al siguiente enlace.
Índice
1.0 Introducción.
2.0 Resumen de la leyenda del padre Almeida.
3.0 Versión extendida de la leyenda.
4.0 Moraleja.
5.0 Cómic de la leyenda del padre Almeida.
1.- Introducción
¿Quién no ha escuchado alguna vez la popular leyenda del Padre Almeida? Según cuenta la tradición, en el convento de San Diego, varios siglos atrás, vivía un joven sacerdote franciscano, el padre Almeida, quien se caracterizaba por su afición a las fiestas nocturnas y al aguardiente. Su manera de evangelizar era un poco particular, ya que en el día y noche salía con un grupo de amigos para ir a cantar, se podría decir que no se apegaba a las costumbres religiosa de la época. Aparentemente, los planes del padre eran seguir en ese ritmo de vida, pero el destino le jugó una broma pesada que le hizo cambiar definitivamente.
Lo que muchos no saben es que este personaje existió en realidad y ocupó cargos de suma importancia en los conventos de San Diego y San Francisco. A continuación te resumimos su historia, la cual se ha convertido en una de las leyendas ecuatorianas más populares.
2.- Resumen corto
Narra la leyenda que en el convento de San Diego, de la ciudad de Quito, vivía hace algunos siglos un joven sacerdote, el padre Manuel de Almeida Capilla, quien con apenas 17 años de edad. Decidió seguir la vida religiosa en la comunidad franciscana, sin embargo no era precisamente el mejor, debido a su mala conducta. El encierro y la oración hicieron poco para vencer sus ímpetus juveniles.
Se caracterizaba por su afición a las juergas y al aguardiente. A pesar de haberse ordenado y tomado los hábitos no dejaba de lado su vida un poco mundana y frívola. Pronto la tentación llamó a su celda para visitar a unas damiselas y salir de parranda.
Es así que todas las noches, él iba hacia una pequeña ventana que daba a la calle, pero como esta era muy alta, se subía hasta ella, apoyándose en la escultura de un Cristo crucificado. Hasta que una vez el Cristo ya cansado de tantos abusos, cada noche le preguntaba:
¿Hasta cuando padre Almeida? a lo que él respondía sin vergüenza: “Hasta la vuelta Señor”.
Una vez alcanzada la calle, el joven franciscano daba rienda suelta a su ánimo festivo y tomaba hasta embriagarse. Al amanecer regresaba al convento. Tanto le gustaba la juerga, que sus planes eran seguir con este ritmo de vida eternamente, pero el destino le jugó una broma pesada que le hizo cambiar definitivamente.
Pues una madrugada el padre Almeida regresaba borracho, tambaleándose por las empedradas calles quiteñas, rumbo al convento, cuando de pronto vio que se aproximaba un cortejo fúnebre. Le pareció muy extraño este tipo de procesión a esa hora, y como era curioso, decidió ver el interior del ataúd, y al acercarse vio su propio cuerpo dentro del mismo.
Del susto se le quitó la borrachera, corrió desesperadamente hacia el convento, del que nuca volvió a escaparse para irse de juerga. Muy asustado y sabiendo que era una señal divina, el sacerdote nunca más volvió a escaparse del convento.Cuentan quienes lo conocieron que este curita picaron recibió una gran lección que le hizo reflexionar y volver a una vida sin vicios.
3.- Versión extendida (completa)
Cuenta la leyenda que en la primera mitad del siglo XVII, Don Manuel de Almeida ingresa al convento de San Diego renunciando a todos los placeres y herencias que la vida independiente del camino de Dios podría mostrarle. A sus 17 años renuncia a todos sus bienes materiales cediéndolos a su madre y sus hermanas. Forma parte de los novicios del convento y deja la vida de la ciudad ya que el monasterio se encontraba a las afueras de la misma. Tiempo después el padre Almeida, ya en ese entonces sacerdote franciscano, solía por las noches escapar del monasterio a gozar de la vida nocturna y beber aguardiente.
Además
Para concluir su salida, escapaba escalando el brazo de una escultura del Cristo crucificado para alcanzar una pequeña ventana que lo conducía a las afueras del monasterio. Entre un día de tantos, mientras Manuel Almeida escalaba hacia la salida, se dio cuenta que el Cristo crucificado lo regresó a ver y le dijo: ¿Hasta cuándo padre Almeida?, a lo que él respondió ¡Hasta la vuelta Señor!
Se dice que el padre Almeida mientras regresaba al monasterio totalmente embriagado alcanzó a divisar entre la oscuridad a seis hombres altos completamente vestidos de negro llevando un ataúd por las calles del centro histórico. El padre Almeida al acercarse logra divisar el cortejo fúnebre y al asomar su rostro para divisar quién era el difunto, en ese mismo rostro pálido encontró el suyo, entendiendo que era una señal de que su muerte se aproximaba. Después de este acontecimiento se cuenta que Manuel Almeida nunca más abandonó el monasterio. Se dice que existió un diario donde contaba todas sus escapadas pero que nadie logró encontrarlo.
Además
Después de todo lo ocurrido el padre Almeida se convirtió en un ejemplo para quienes decidieron seguir también el camino de la iglesia, porque fue formador y dio ejemplo del su vida espiritual. Además llegó a ser maestro de novicios, predicados, secretario de provincia y visitador general de la orden franciscana. Fue famoso en su tiempo y sigue vivo en la actualidad a través de su leyenda.
El Convento de San Diego, rehabilitado por el Ilustre Municipio de Quito aún se levanta en el lugar que lo edificó. Lo que ha desaparecido es un “Diario” en el que se dice el Padre Almeida escribió sus memorias.
Sin embargo, los quiteños insisten que entre las muchas obras que dejó para la posteridad, está el villancico que se suele cantar en la época navideña y que dice:
Dulce Jesús mío
Mi niño adorado
ven a nuestras almas
ven no tardes tanto.
4.- Moraleja
El padre Almeida luego de recibir el susto por parte de la figura de Cristo, presenta un arrepentimiento ya que el sacerdote franciscano abandonó sus costumbres de salir por las noches. El refrán «hasta cuando padre Almeida» es utilizado en tiempos modernos en especial con los jóvenes para calmar sus travesuras o su temperamento.