De su infancia y adolescencia en Trinidad, Valerie Brathwaite recuerda los esmeros de un padre preocupado porque sus hijos recibieran educación de calidad. Por eso un día el señor Brathwaite se apareció ante su hija con el programa de estudios de la carrera de Diseño Interior en Inglaterra, que sería el comienzo de una larga y productiva trayectoria artística: “Comencé haciendo dibujos de plantas y muebles, pero era malísima en eso y aparentemente buena en la escultura, así que me sugirieron estudiar Artes. Lo hice, pero mi papá no lo sabía”.
Fue la única mujer en el Departamento de Escultura de Hornsey College of Art y también vio clases de dibujo, grabado y cerámica. Luego se fue a París a estudiar en la Escuela Superior de Bellas Artes y en el taller de Ossip Zadkine. Estuvo siete años entre las dos ciudades: “París en ese entonces era ‘black is beautiful’. Allí aprendí a vivir”.
Después de su idilio con el arte y el estilo de vida europeo, y de intentar establecerse de nuevo en Trinidad, viene a Venezuela de visita en 1969 y la efervescencia de la ciudad y de sus manifestaciones artísticas la convencieron de quedarse: “Fui a la casa de Gego, encontré dos obras de Kenneth Armitage y eso me impactó. Le mostré mi portafolio a Gego y ella me dijo que tenía que venirme”.
Un año después estaba exponiendo formalmente en los espacios de la galería Banap, posteriormente en la Sala Mendoza y a partir de allí empezó a construirse una sólida trayectoria artística dentro del país. Sin embargo, sus inclinaciones también incluyen el jazz, por eso el periodista y DJ Manuel Lebón le enseñó a mezclar: “A principios de los noventa me invitaron a poner música en una fiesta en el Country Club. ¡Me pagaron por eso!”, cuenta jocosamente. Y continúa haciéndolo.
Casi una veintena de exposiciones individuales solo en Venezuela la convirtieron en una referencia de la escultura y la cerámica en esta nación. Cuando se le preguntan sus razones para quedarse, ni siquiera deja terminar la interrogante: “Porque estoy demasiado joven para no seguir creando”.
«Llegué atraída por el movimiento de arte que había aquí, por el arte en los espacios públicos»